La declaración emitida tras la videoconferencia del Consejo Europeo del 19 de agosto de 2020 confirma una vez más que el Consejo es rehén de la manipulación y del chantaje de dos de sus Estados miembros.

Si la UE desea formar parte del proceso destinado a garantizar la paz, la prosperidad y la estabilidad en el Mediterráneo oriental, debe ser objetiva y honesta.

Como ya hemos informado a la opinión pública, los llamados a la desescalada deberían dirigirse a Grecia y a la administración grecochipriota como las partes que, de hecho, exacerban la tensión, abusan de la solidaridad de la UE e infligen daño a los intereses de la UE, en lugar de a Turquía, que apoya plenamente el diálogo y la cooperación.

Turquía, subrayando desde el principio la indispensabilidad de las negociaciones en el marco de las relaciones de buena vecindad y del derecho internacional, para una solución permanente de los problemas actuales, seguirá reciprocando los pasos positivos dados hacia ella, sin renunciar a sus derechos.